
Vamos a descubrir cómo la pintura clásica puede llegar a cobrar vida de la manera más sorprendente. Suena la música, se levanta el telón y se descubre una obra de arte magnífica, pero con una gran diferencia. Los personajes del cuadro son verdaderos. No pestañean, apenas respiran; es muy difícil cree que están hechos de carne y hueso y no son pintura.